¿Toda película es arte?

 

 

Una buena película no sólo consiste en tener unos espectaculares gráficos, el típico protagonista guapo y famoso o en una buena banda sonora. Sin embargo, esto es fundamental en una estupenda película pero existen muchas cosas más y a veces nos olvidamos de ellas. Por ejemplo, un buen argumento, pero no uno como los de siempre, con una buena trama, que entretiene al público y demás. No... Un argumento que haga que después de que veas la película correspondiente, te haga reflexionar acerca de ella. Uno en el que pienses: “wow, hay demasiado por aprender y por vivir todavía y no soy consciente de ello…” por supuesto, esto no incluye a todas las personas pero sí a la gran mayoría.

Tuve la suerte el pasado martes de poder asistir a ver una de estas películas reflexivas, “Mediterránea” se llamaba, la cual me dejó mucho que pensar. No había sido una película como cualquiera otra que haya visto antes.

Esta película trata sobre inmigración que describe la odisea de un chico que parte con un amigo de Burkina Faso hacia Europa. Durante el viaje, debe cruzar un desierto bajo temperaturas y condiciones extremas, hasta llegar a Libia y subirse a una lancha rumbo a Sicilia. Una vez en Italia, intenta adaptarse a su nueva vida, pero las tensiones con la comunidad local aumentan, y no le resulta nada fácil.

 El caso es que a mí me resultó una película diferente, distinta a las demás. Tenía algo. Lo que más me gustó de ella fue su gran variedad lingüística ya que en una misma película nos podemos encontrar con más de cinco lenguas. Me sorprendieron mucho los actores, las diversas etnias que hay. Me encantó que, a pesar de que es una película completamente dura sobre la inmigración y de lo mal que lo pueden llegar a pasar tanto inmigrantes como emigrantes en el mundo en el que hoy día vivimos, pusieran varios elementos y escenas actuales.

Eso la convierte en una película más completa todavía, según mi opinión. Si he de sincera, a mi parecer, la película me resultó un poco larga, pero eso no me supuso ningún problema.

Natalia Sanz, 4º ESO