miércoles, 17 de abril de 2013

El adolescente se ahoga en el charco de lo epidérmico




Esta frase se puede claramente interpretar de dos maneras: la primera y más obvia es que cuando se es adolescente se está todo el día sudando. La segunda es un poco más difícil de coger. Todos sabemos que en la adolescencia se tienen innumerables problemas y, la mayoría, son provocadas por una sola razón: nos dejamos arrastrar por los sentimientos que tenemos a flor de piel. Por ejemplo, uno se deja llevar por la cólera del momento y puede arruinar toda una amistad por una idiotez. También nos volvemos más sensibles, ya sea porque el chico o chica que me gusta se sienta a mi lado, ha hablado conmigo, etc. Pero toda esta sensibilidad nos hace más vulnerables y por eso construimos a nuestro alrededor una coraza impenetrable, o casi, y cuando esta se cae, nos venimos abajo con ella. Hacemos las cosas por llamar la atención, porque la gente piensa que esta edad es despreciable, que somos tontos y poco maduros. Pero lo que realmente queremos, aunque no lo sepamos, es que sigan haciéndonos caso. ¿Qué nos dejen libertad? Por supuesto, pero hay una gran diferencia entre dejarnos más espacio personal y dejar de hacernos caso. Es como si a un bebé dejases de darle el pecho e inmediatamente le dieras bocadillo de chorizo. Con los adolescentes pasa los mismo, no puedes coger a una persona que ha vivido en la ignorancia todo lo que lleva de vida y de repente dejes de hacerle caso y de preocuparte por ella. La gente relaciona adolescencia con estupidez y al instante le entran arcadas. Nos tratan a palos porque no saben por dónde cogernos, pero en verdad no es difícil llegar hasta lo más hondo de cada uno de nosotros. Somos las personas más sensibles, es fácil amueblar nuestras cabezas y cuando le cogemos apego a alguien, no le soltamos nunca. Somos emprendedores, nos gustan los retos, superarnos día a día. Pero no nos basta con eso: queremos que nos reconozcáis los méritos, que valoréis nuestro esfuerzo; porque lo que a vosotros os parece una lágrima para nosotros es un océano entero.
María Conde-Pumpido

No importa lo que tú esperes de la vida, sino lo que la vida espera de ti



Esta frase explica claramente el significado de la vida. Hay personas que no viven la vida, reprimidas en sí mismas, fingiendo algo que no son, atadas a problemas de los que sus nudos no se pueden deshacer. Estas personas no se dan cuenta de lo q verdaderamente en la vida, dejando escapar cada minuto de ella, preocupándose de tonterías o absurdeces sin sentido. Solo se vive una vez, y hay q aprovechar esa vez. Se dice, que los niños de hoy en día dejan escapar a vida fácilmente, vistiendo ropas de más mayores, actuando como tales, o simplemente pensando en el futuro, hijos, marido... etc. Pero cuando se crece, es al contrario, se piensa en todo el tiempo q se ha perdido pensando en eso, en crecer rápido, sin aprovechar bien cada etapa de la vida, soñando en volver atrás y vivir la verdadera vida de un niño. También hay muchas personas que, su mayor afán en la vida, es vivirla tope, aprovechándola toda, viviendo cada etapa como se tiene q vivir. Sin ataduras, preocupaciones, centrándose bien en todo. Cada cosa q te pasa en la vida es única, no se puede reemplazar por nada, ni mucho menos olvidar, a no ser que esa persona quiera. Mi conclusión personal, es, que la vida es como un libro que escribimos nosotros mismos, porque al fin y al cabo es nuestra vida. En nuestros libros somos los protagonistas y responsables de todo lo que nosotros queremos q ocurra, y si se nos olvida algo volvemos a la página anterior y lo volvemos a leer. Anécdotas, caídas, y todas esas cosa que nosotros escribimos, pero siempre dándonos cuenta y entendiendo lo que leemos, para saber qué es lo que nos ocurre en nuestra, todavía pequeña historia. Por eso hay que simplemente vivir la vida y sobretodo sin pensar en el futuro, porque ya llegará esa etapa y tiempo de nuestra vida.

Delia Alonso

Por Navidad


 
Era una tarde en Londres, cuando todo el mundo estaba realizando sus compras de navidad con su familia. Un hombre llamado Christian Wades estaba dándose paseos por Oxford Street, con las aceras cubiertas de nieve. Él era muy avaricioso y no tenia familia con quien celebrar la Navidad. Además, era dueño de un gran banco,  por lo que tenia mucho dinero. Nuestro amigo, que creía que la riqueza daba todas las alegrías, decidió resguardarse del frio, por lo que se metió en su banco, en el que se encontraba su empleado, el señor William Halford. El señor Wades no trataba bien al señor Halford, pero él no tenia otro remedio que continuar trabajando, por lo que tenía que aguantar los insultos de su jefe. Al día siguiente de Nochebuena, el señor  Wades salió a dar un paseo, pero iba asustando a toda la gente por su forma de andar y por su carácter. Entonces todo el mundo se apartaba cuando él pasaba, aunque a él le daba igual. Justo en ese momento él gritó en la calle:

_ ¡Pero que os pasa a todos!

_ ¡¿Por qué os apartáis de un viejo asqueroso como yo!?

Todos se quedaron paralizados ante sus desagradables palabras, y rápidamente se metieron en sus casas pensando que les iba a atacar. Se volvió a quedar solo en la calle sin nadie, de la que habían desaparecido hasta las ratas. Él pensó que no había hecho nada malo, entonces volvió a su banco y se encontró al señor Halford recogiendo todas sus cosas. En ese momento le preguntó el señor Wades:

_ ¿Por qué estas guardando tus cosas?

Entonces el señor Halford respondió:

_ Me auto despido señor porque usted siempre me esta tratando mal y yo valgo más de lo que usted piensa. Además, yo tengo una familia, y el que usted no la tenga no es culpa mía. Toda su ira la esta malgastando en mí siempre, aparte de que cobro un salario miserable, por no decir otras cosas.

Entonces el señor Wades respondió:

_ ¡Pues vete si te da la gana, no te necesito!

Entonces el señor Halford se marchó, despidiéndose con un portazo.

Pasaron los años y el señor Wades adoptó a un niño africano, junto al que descubrió toda la felicidad del mundo. En las siguientes navidades lo celebraron todo a lo grande, con el señor Halford y su familia. Este  volvió a trabajar en el banco en el que ya había estado durante mucho tiempo.
 
Pedro Rodríguez

 

El tren de la vida




Las personas ignorantes son aquellas que no llegan a comprender el significado de la vida, que no se paran a pensar en los obstáculos y que no se interesan ni lo más mínimo en las ventajas.

Una persona tiene que entender que Dios le ha dado una vida para aprovecharla, no para dejar que pase ella sola.

Para mí, hay tres tipos de vida, vida social, vida privada y vida completa.
VIDA SOCIAL: En la vida, este tema se realiza mucho, SOCIAL, ¿Que es eso?, La gente se relaciona mucho con amigos y van a lugares sociales como el cine, el teatro, las fiestas... esto último puede plantear un problema, se ha calculado que una persona aterriza en el alcohol para desahogarse de sus problemas, ya que cuando bebes, la mente se queda en blanco y ya no puedes controlar el cuerpo.

VIDA PRIVADA: Las personas tienen hijos, mujer y viceversa, pues se tienen que preocupar de los suyos de vez en cuando, Privado significa en familia, que nosostros no comparemos la familia con las redes sociales, que el hombre siempre cae dos veces en la misma piedra.

VIDA COMPLETA: Este tema es muy fácil, a veces tenemos que darnos un respiro y salir con los amigos, también podemos pasar un día con nuestra familia, estudiando, haciendo deporte...

A veces, la vida me recuerda a los trenes de una estación. En la vida añades historias, en el tren carbón, la vida se para en cada etapa para recogerte, el tren en cada parada. La vida te lleva a la última etapa, la muerte, el tren a tu trayecto, y eso significa que no vas a volver a ver a la gente del tren que son tus amigos, tu familia...

Porque la vida es como el tren, te abre sus puertas y tu puedes entrar o quedarte quieto, porque la vida va a seguir pasando de todas formas, es tu cuestión acceder.

Acuérdate de vivir cada momento que te presente la vida, no dejes que por tu orgullo o tu ignorancia pierdas la cosa más maravillosa del mundo... LA VIDA.


Marta Revuelta