Era una tarde en Londres, cuando todo el mundo estaba realizando sus
compras de navidad con su familia. Un hombre llamado Christian Wades estaba
dándose paseos por Oxford Street, con las aceras cubiertas de nieve. Él era muy
avaricioso y no tenia familia con quien celebrar la Navidad. Además, era dueño
de un gran banco, por lo que tenia mucho
dinero. Nuestro amigo, que creía que la riqueza daba todas las alegrías, decidió
resguardarse del frio, por lo que se metió en su banco, en el que se encontraba
su empleado, el señor William Halford. El señor Wades no trataba bien al señor Halford,
pero él no tenia otro remedio que continuar trabajando, por lo que tenía que aguantar
los insultos de su jefe. Al día siguiente de Nochebuena, el señor Wades salió a dar un paseo, pero iba
asustando a toda la gente por su forma de andar y por su carácter. Entonces
todo el mundo se apartaba cuando él pasaba, aunque a él le daba igual. Justo en
ese momento él gritó en la calle:
_ ¡Pero que os pasa a todos!
_ ¡¿Por qué os apartáis de un viejo asqueroso como yo!?
Todos se quedaron paralizados ante sus desagradables palabras, y
rápidamente se metieron en sus casas pensando que les iba a atacar. Se volvió a
quedar solo en la calle sin nadie, de la que habían desaparecido hasta las
ratas. Él pensó que no había hecho nada malo, entonces volvió a su banco y se
encontró al señor Halford recogiendo todas sus cosas. En ese momento le
preguntó el señor Wades:
_ ¿Por qué estas guardando tus cosas?
Entonces el señor Halford respondió:
_ Me auto despido señor porque usted siempre me esta tratando mal y yo
valgo más de lo que usted piensa. Además, yo tengo una familia, y el que usted no
la tenga no es culpa mía. Toda su ira la esta malgastando en mí siempre, aparte
de que cobro un salario miserable, por no decir otras cosas.
Entonces el señor Wades respondió:
_ ¡Pues vete si te da la gana, no te necesito!
Entonces el señor Halford se marchó, despidiéndose con un portazo.
Pasaron los años y el señor Wades adoptó a un niño africano, junto al que
descubrió toda la felicidad del mundo. En las siguientes navidades lo
celebraron todo a lo grande, con el señor Halford y su
familia. Este volvió a trabajar en el
banco en el que ya había estado durante mucho tiempo.
Pedro Rodríguez
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